La Fundación Argibide y el departamento de Psicología de la UPNA han recibido un premio por su trabajo sobre el trastorno límite de la personalidad, una patología que se estima en Navarra sufren 4.500 personas.  El premio al mejor póster didáctico ha sido concedido en el «VII Simposio sobre trastorno límite de la personalidad» celebrado en Barcelona el pasado mes de abril. Uno de los creadores del trabajo Iñaki Lorea, Psicólogo Clínico de la Fundación Argibide ha realizado una entrevista para diario de Navarra. (realizada por M. Carmen Garde)

Son personas que cambian rápidamente de estado de ánimo, pasan casi de forma imperceptible de la felicidad a la tristeza y del enfado a la alegría. Esos cambios emocionales intensos, casi extremos, y frecuentes son la esencia del trastorno límite de la personalidad, una patología mental que el psicólogo clínico de la Fundación Argibide, Iñaki Lorea Conde, afirma que afecta al 1% de la población adulta según estudios realizados en EEUU, Suecia y Noruega. «En Navarra supondría que la padecen 4500 personas o más», apunta, aunque a veces la enfermedad está «enmascarada»en diagnósticos de depresión o ansiedad.

Quienes lo sufren presentan problemas en las relaciones personales y son propensos a conductas impulsivas como el abuso de alcohol u otras drogas, conductas de riesgo sexuales, autolesiones o tentativas suicidas.

-Describa una escena común que refleje la enfermedad.

Pongamos el ejemplo de Luis, un chico de 20 años. Un día acude a la universidad y, la llegada de una clase en la que corre el riesgo de hablar en público, se apodera de él un intenso miedo al ridículo. Decide no asistir y se refugia en el bar con un enorme sentimiento de culpa. Un amigo le ofrece fumar cannabis y beber alcohol. Luis acepta y, en ese jungla de emociones, no acude a clase a su hora. Cuando los padres contactan con él por teléfono le recriminan su actitud, lo que aumenta su angustia. Luis termina cortándose con un cristal las muñecas en un bar de madrugada.

-¿Se puede prevenir?

¡Claro! Las relaciones familiares son fundamentales. En ellas aprendemos a regular nuestras propias emociones. La calidad de la relación que se establece con los hijos en la familia predice de forma bastante clara el desarrollo de alteraciones de salud mental en la edad adulta. Una gran medida preventiva es capacitar a las madres y padres de adolescentes con dificultades a establecer una relación que combine adecuadas «dosis» de actitudes relaciones de cercanía, afecto, escucha y comprensión con otras como límites que den cauce al desarrollo de la personalidad de los adolescentes en formación.

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